Ante más de 700 asistentes, se desarrolló con éxito la 15ª Jornada de la Industria, organizado por la Unión Industrial de Entre Ríos (UIER). El encuentro se llevó a cabo este jueves en el Centro Provincial de Convenciones de Paraná y contó con la participación de empresarios y emprendedores de toda la provincia, además de funcionarios nacionales, provinciales y municipales, integrantes de organizaciones civiles, profesionales, docentes y estudiantes universitarios y de escuelas técnicas.
Otra vez hemos sido desestimados a la hora de ofrecer invitaciones a eventos donde se deberían debatir cuestiones sustanciales para la Provincia, su industria y desarrollo. Sistemáticamente se ha evitado la participación de voces disonantes, premiando la obsecuencia como característica aceptada. Se trató de la XV Jornada de la UIER y otra vez resulta recurrente la impronta entrerriana de desdibujar ámbitos de presentación de temas centrales que deberían dirigir u orientar el desarrollo de la Provincia, coronando el acto esta vez con un espectáculo divertido y muy de moda (Facundo Manes) que intenta apelar a un análisis introspectivo de parte del público a fin de salvar la grieta.
“Si tenemos un proyecto de país, no importan los actores” (¿Tenemos proyecto?) Claro que eso si importaron los actores, hasta hace unas pocas semanas, en este tipo de ámbitos empresariales se invitaba gente a plantear qué tipo de país queremos, el de “Messi o el de Maradona”… en definitiva y más allá de interpretar claramente que hemos aceptado un camino de destrucción de la producción, de la riqueza y de la desindustrialización sólo por cuestiones ideológicas, entendemos que sin diagnósticos asertivos sobre la enfermedad que sufrimos, será muy difícil la sanación.
Celebro la mención de Manes de que el ser humano “ignora la evidencia y se busca alguien que piense de la misma forma”, porque casualmente es uno de los problemas que tenemos en Entre Ríos donde, como plasmé en el inicio de esta nota, sólo se persigue la obsecuencia y con esta actitud sostenida durante mucho tiempo estamos ante la presencia de un gravísimo problema que si bien exhibe sus síntomas, a veces resulta de dificultosa observación para el espectador poco crítico.
Un ejemplo de ello es el increíble “Plan Energético a 10 años”, un plan realizado en una semana con horizontes tarifarios dolarizados, un tipo de cambio absurdamente atrasado que ofrecía la posibilidad de cenar en Londres con un ahorro importante frente a comer en un carrito del “Patito Sirirí”, plan presentado en un evento donde lo más relevante fue sin duda alguna el servicio de lunch que ofreció sanguchitos de miga y agua mineral a discreción, un auditorio lleno de gente(empresarios incluidos) asistiendo a uno de los eventos que por su nivel de improvisación va a quedar sin dudas como un evento antológico. Unos pocos años después de ese plan… la devastación productiva es de una elocuencia tal, que resulta dificultoso cualquier intento de negación.
Es que en realidad en la provincia muchos funcionarios vinculados a la Producción y a la Energía (como mínimo), han copiado el modelo de acción de la posverdad, una matriz que confunde realidades con publicaciones en Facebook o Instagram y que complementadas con actitudes obsecuentes de parte de las fuerzas vivas de la producción, se ha permitido “hacer la plancha” (con la recurrente acción de publicar selfies en ámbitos productivos, preferentemente usando cascos protectores para enfatizar el ámbito laboral) a estos funcionarios públicos cuyas tribulaciones no tienen nada que ver con el trabajo, la producción o la generación de riqueza. Prueba de todo esto es la actual situación que no vale la pena siquiera.
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