VICTORIA: Isa Castagnino: Un primer año con un balance neutro. Claroscuros de una esperanza que abre interrogantes

El regreso del peronismo a la intendencia de Victoria con Isa Castagnino generó grandes expectativas tras ocho años de gobierno radical bajo Domingo Maiocco. Sin embargo, el primer año de gestión ha estado marcado por conflictos, falta de planificación y decisiones que colocan al municipio en una situación económica alarmante.

Contrataciones masivas y un municipio al límite

Uno de los aspectos más cuestionados de la gestión Castagnino ha sido el notable incremento en las contrataciones de personal. A pesar de que la planta de empleados municipales ya era considerada grande, la intendenta ha sumado una cantidad significativa de nuevas incorporaciones, tanto locales como foráneas, sin una justificación clara sobre la necesidad de estos cargos.

Este crecimiento desmedido de la planta de personal ha llevado a que los gastos corrientes –es decir, sueldos y costos de funcionamiento– superen el 80% del presupuesto municipal. Esto coloca a Victoria en el grupo de municipios considerados inviables, con escasos recursos para invertir en obras públicas o en proyectos que impulsen el desarrollo de la ciudad.

Lejos de priorizar una gestión eficiente y equilibrada, la administración ha profundizado un modelo económico que compromete seriamente el futuro del municipio. En este contexto, surgen dudas sobre la capacidad de la intendenta para administrar los recursos públicos de manera responsable y sostenible.

Obras públicas: buenas intenciones, poca planificación

En sus primeros meses, la gestión de Castagnino intentó mostrar dinamismo con una reactivación de las obras públicas. Sin embargo, estas iniciativas pronto se vieron empañadas por la falta de planificación y por denuncias relacionadas con contrataciones irregulares. La ciudadanía percibe que los proyectos avanzan a un ritmo lento y carecen de una visión estratégica que contemple las necesidades reales de Victoria.

Un Carnaval deficitario y polémico

El Carnaval de Victoria, uno de los eventos más importantes de la ciudad, también fue foco de controversia. Durante el primer año, el municipio destinó más de 50 millones de pesos, generando un déficit considerable. Esta apuesta, lejos de ser un motor para el turismo, terminó siendo una carga financiera que profundizó las dificultades económicas del municipio.

El segundo año no presenta un panorama más alentador. La elección del nuevo concesionario ha levantado sospechas debido a sus antecedentes y a la falta de claridad en las condiciones del contrato. Este manejo genera incertidumbre no solo sobre el futuro del evento, sino también sobre la gestión de los recursos culturales y turísticos de la ciudad.

Expectativas frustradas y desafíos urgentes

El balance del primer año de Isa Castagnino deja a los victorienses con más preguntas que respuestas. Las decisiones en materia de personal, la falta de transparencia en las contrataciones y el manejo deficitario de eventos clave como el Carnaval reflejan una gestión que, hasta ahora, no ha estado a la altura de las expectativas.

En un contexto económico crítico, Victoria necesita más que promesas. Urge una gestión responsable que priorice el equilibrio presupuestario, reduzca los gastos corrientes y canalice los recursos hacia proyectos que promuevan el desarrollo sostenible de la ciudad.

Conclusión

El desafío para Isa Castagnino es monumental. Si bien todavía queda tiempo para revertir la situación, el margen de error es cada vez más estrecho. Victoria no puede permitirse seguir por un camino que la lleve al colapso financiero. La intendenta deberá demostrar con hechos, y no con palabras, que puede gobernar con eficiencia, transparencia y responsabilidad. ¿Será capaz de cambiar el rumbo? El tiempo, y los números, tienen la última palabra.

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