El momento “soy candidato”.
La voracidad de los políticos, está generando “el momento ciudadano”
Como nunca en esta jaqueada democracia, ha existido, en medio del verano y del mes de
enero, la vertiginosidad del “querer ser candidato” , circunstancia que se vio fortalecida por el
adelantamiento, aparentemente ilegal, de las elecciones, que en lugar de ser cuestionada por
los propios interesados, es utilizada como plataforma de lanzamiento de candidaturas.
Un tiempo que está alejado de la realidad social, principalmente en nuestra provincia, donde
nadie habla de las consecuencias del cambio climático, donde las intensas lluvias, las
inundaciones y altas temperaturas, cambian constantemente la convivencia cotidiana y los
proyectos personales y sociales que se ven totalmente condicionados por las consecuencias de
esa complejidad climática: la economía, la salud, la educación la alimentación, la seguridad,
etc.,etc. Querer ser candidato, es la única prédica que podemos observar, mientras la
sociedad se debate en demandas de nuevas condiciones y la necesidad de nuevos conceptos
sociales que puedan ayudarnos a comprender y solucionar las complicadas consecuencias que
sufrimos por los motivos apuntados.
Querer ser candidato y querer demostrarlo con fuerza partidaria, vuelven patético el
panorama de la difusión de frágiles candidaturas vacías. Frágiles, porque no se sostendrán en
el tiempo debido a que los candidatos son impresentables, todos a contramando de la
demanda social, es decir, todos son más de los mismo, que buscan cambiar de lugares
administrativos sin tener la mínima idea de lo que significa una candidatura, del compromiso y
del respeto por la gente. Vacías, porque no se les cae una idea de lo que es un país en
desarrollo, las mismas conductas que carecen de conocimiento de lo que son las toma de
decisiones y as políticas públicas, las misma formas de pensar que acompañan el nivel de
pobreza en Argentina ya que son intelectualmente pobres.
Ser candidatos con nombres que acompañan a los que solo se les requiere “nivel de
conocimiento”, por eso recurren a personas con imagen pública: deportistas, artistas, músicos
,conductores de TV, etc, bajo la desesperación de que esa popularidad se transforme en votos.
Esta tilinguería política solo demuestra que los políticos no aprendieron nada en estos tiempos
de realidad social compleja y cargada de necesidades que requieren ser atendidas en su
inmediatez.
Ser candidato sin los requisitos reclamados por la gente, esto es competencia, conocimiento,
compromiso y decisión, merece ser evaluada como oportunista y venida de un lugar común en
la política argentina a la que los ciudadanos ya le hemos dicho que estamos hartos y que
queremos otra oferta.
Es lamentable ver las imágenes , por ahora en los medios gráficos, de la presencia de
candidatos rodeados de un grupo de gente, en actos o pequeñas reuniones, queriendo demostrar que son respaldados por la opinión pública., o, lo que es peor, inaugurando obras
que hicieron en el marco de sus obligaciones y con el dinero de los ciudadanos.
La política de la imagen debe terminarse en la argentina, debemos exigir la política de la
formación de la competencia, en fin de la seriedad que se merece un país que cayó en el 40 %
de pobreza por tener este tipo de dirigencia.
Mientras algunos se desviven por el momento candidato, la mayoría debemos reflexionar y
encontrar la forma de no legalizarlos con votos positivos, demostrarles que los ciudadanos
podemos poner las cosas en su lugar si ellos no son capaces de hacerlo : no más de los mismos,
no más inoperantes, no más indiferentes , no más de candidatos surgidos de las roscas y de
los intereses. Seremos capaces de poner el límite?. Entiendo que sí, que , simultáneamente, se
está generando , “el momento del ciudadano”

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