«Lealtad: El arte de reinventar las traiciones»

En un acto que sin duda pasará a la historia de la coherencia política, Héctor María Maya apadrinó en Gualeguaychú el lanzamiento de la agrupación «Lealtad». Un nombre adecuado para alguien que ha demostrado ser «leal»… a su propia conveniencia. Con discursos que apelaban a las raíces peronistas, las ideas de Perón y Evita debieron retorcerse en sus tumbas al ser invocadas por quienes han hecho del oportunismo su verdadera doctrina.

El gran orador de la jornada fue Luis «Lulú» Aguilar, conocido no por su lucha gremial, sino por su habilidad para amoldarse al poder de turno. Convocó a «la unidad» del Partido Justicialista y a unas internas que, según su visión, deben «sacar a los mejores». Aunque claro, los mejores para qué sigue siendo un misterio: ¿para gestionar el futuro del partido o para garantizar la continuidad de los mismos acuerdos oscuros de siempre?

Por supuesto, el acto no habría estado completo sin la sombra de José Allende, eterno socio de Maya y experto en la alquimia de convertir influencia política en beneficios personales. La «Lealtad», en este caso, parece ser más bien un compromiso con el statu quo, con ese club exclusivo de dirigentes que siguen repartiéndose el tablero político de Entre Ríos como si fuera su coto privado.

No deja de ser irónico que una agrupación llamada «Lealtad» nazca empujada por quienes han hecho de la traición su marca registrada. Con la maquinaria política aceitada y los socios correctos (léase Tortul, Kueider y compañía), queda claro que el verdadero espíritu de esta movida no es unir al peronismo, sino garantizar que las fichas sigan cayendo en el lado correcto de la balanza… el de ellos.

Así, entre aplausos y promesas vacías, la militancia fue convocada a participar, pero no a decidir, porque ya sabemos que esas decisiones se toman en mesas cerradas y entre muy pocos. La «Lealtad» de Maya no es con las ideas de Perón, sino con su propia supervivencia política. Un verdadero espectáculo de reciclaje político digno de aplaudir… o llorar.

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