Hemos naturalizado cambios sistemáticos, algunos pequeños y
otros mayores pero que siempre sostuvieron una única dirección,
en contra de nuestros intereses.
Ninguna cantidad de evidencia persuadirá a un idiota (Mark
Twain).
Es que nuestro sector ha sido tan poco inteligente (idiota) al NO
haber reaccionado frente a sucesivos impactos, hoy estamos
frente a un complejo fenómeno multidimensional, una suerte de
polígono de caras irregulares donde cada cara representa un
problema, su dimensión la importancia del mismo y quizás el
Area del polígono podría ayudarnos a interpretar la profundidad
de nuestra problemática general.
Señalo a modo de ejemplo algunas aristas de este polígono
irregular:
-Hace no mucho tiempo las empresas Petroleras sostenían a su
estricto cargo el costo de mantenimiento de los surtidores, hoy
el cargo del correcto funcionamiento y de las modernas
certificaciones anuales requeridas, es estrictamente nuestro.
Hoy nos vemos responsables exclusivos del costo y acción de
materializar toda adecuación de equipos para precios unitarios
mayores a $99,99
-Las rentas que surgen de la venta de combustibles, fueron
reducidas bajo el pretexto de que nuestro negocio era operar un
Minimercado (el oportuno «nuevo paradigma del sector»), un
quiosco cuyas ventas sostienen un pasivo laboral cada día mayor y que a pesar de la desaparición de los kioscos de ventana no
cierra, aún así toda petrolera cobra (aún durante la pandemia y
con ventas nulas), un canon por el uso de una imagen
pretendiendo una trayectoria sumaria y similar a «Mac Donalds»,
con publicidad a nuestro estricto cargo.
-En el caso del GNC las Petroleras sin excepción se interesaron
por el cobro de un canon por el uso de colores, concepto
absolutamente abstracto y cuasi surrealista, hoy vemos como de
la mano de un “Plan Gas” gestado en forma inconsulta y a “las
corridas”, se ofrecen como proveedores de nuestra materia
prima proponiendo en principio un valor linkeado a la nafta
Súper.
-Las rentabilidades unitarias por las ventas de combustibles, han
sido reformuladas, por un lado bajo pretendidas ventas promedio
que contrastan con la realidad nacional y por el otro, por
supuestos quebrantos que aseguran soportar las Empresas
Petroleras, mientras día a día son más poderosas e inclusive la
única realidad tangible es el quebranto de nuestras PYMES, que
fueron estresadas en el transcurso de esta pandemia que no
cesa, con el sostenimiento absurdo de todas las políticas
comerciales diseñadas por ellas, como si nada hubiera pasado y
ante la inobservancia de un Estado que interpreta como única
salida para el país m, a una alianza estratégica con estas
Empresas Petroleras.
-Los contratos que nos vinculan comercialmente con las Petroleras son simples contratos de adhesión, nulos de toda
nulidad jurídica, que permiten que las Petroleras se desentienden
luego de su extinción, de todo pasivo medioambiental y/o laboral,
dejando esas pesadas cargas sobre nuestros hombros y con un
intercambio económico que hace rato no pueden justificar estos
pasivos.
-Mientras lo anterior ocurre con las estaciones de servicio que
consiguieron ser “seleccionadas” por las Petroleras, un ejército
cada día más invisible de PYMES siguen un camino de extinción,
es que la entrada de una estación al “ostracismo” implica una
sentencia de muerte de la mano de los sistemáticos períodos
caracterizados por la desaparición de oferta de combustibles…
un destino demasiado común en el interior profundo del país,
donde duele la concentración de las grandes urbes, porque
explica una lenta agonía.
-Las Petroleras, a través de sus «ventas directas», se han
apropiado de cuánto cliente cuasi grande han individualizado,
hoy la apropiación de nuestros clientes tiene un formato distinto,
el de las tarjetas corporativas, una nueva perversión donde las
empresas venden combustible directo, a través de NUESTRAS
estaciones de servicio, NUESTROS empleados y NUESTROS
stocks, como contraprestación, una renta absolutamente
miserable.
No existe destino de fracaso mas contundente que la falta de rumbo
Resulta incontrastable la dirección que el sector nos propone, un
destino ruinoso que solo puede desestimarse de la mano de
alguna pretensión vanidosa relacionada con una supervivencia
personal a pesar de un destino general caracterizado por el
colapso masivo.
Sin perjuicio de la posibilidad anterior, es interesante analizar
como origen de la desactivación sectorial de toda defensa
corporativa, los mismos razonamientos individualistas que
abonan la teoría expresada en el párrafo anterior. Es decir, la
desestimación o banalización de las problemáticas sectoriales
de la mano de una semi-certeza de supervivencia individual.
Como sea que fuere el origen, hemos visto cómo han avanzado
sobre nuestras rentas, las modificaciones y pretensiones de un
mercado minorista condicionado exclusivamente por la voluntad
de las Empresas Petroleras.
Nuestra agenda de problemas, se ha agrandado tremendamente
como así mismo el análisis individual de cada problema se ha
complicado en forma logarítmica, resulta imperativo iniciar un
camino distinto que nos permita suavizar la problemática y esto
será alcanzado únicamente de la mano de una actitud gremial
(corporativa) diferente, donde la construcción de una sociedad
con los gremios de los trabajadores, fundada en el respeto mutuo, será indispensable.
Alejandro Di Palma
24/02/2021
Comentarios